Y se acabó el teatro,
el cuchillo se abrió paso lentamente hacia el corazón,
mientras la mirada atónita de todos los presentes,
ávidos de acción disfrutaban de la batalla.
Este era el camino prometido,
la crónica de un infierno anunciado,
y sin embargo este era su mundo,
el mundo que ellos habían creado,
o quizás al que siempre habían pertenecido.
Y con el resto del mundo como público,
las dos almas se miraron,
pero no como se mira a un hermano, no como se mira a un amigo, no como se mira a un amante,
se miraron más allá de todo lo visible,
más allá de dónde acaba el cuerpo y empieza el alma.
Ésa fue la última vez que se vieron.
Y, finalmente, se hizo el silencio entre los dos.
Imagen tomada de Iluminet: http://bit.ly/10NByTJ