jueves, 18 de octubre de 2012
El retrato.
¿Sabéis cuál es la leyenda del famoso Dorian Gray no? Es la leyenda de un joven ambicioso que anhelaba por encima de todo ser perfecto y conservarse siempre eternamente joven y atractivo y para ello recurrió a pintar un retrato de sí mismo formulando un deseo por el cual se mantendría siempre con la misma apariencia que tenía en el retrato mientras la figura retratada envejece por él. Su búsqueda del placer lo lleva a una serie de actos de libertinaje y perversión; pero el retrato sirve como un recordatorio de los efectos de cada uno de los actos cometidos sobre su alma, con cada pecado la figura se va desfigurando y envejeciendo. Finalmente el joven se enfrenta a su retrato y ante la horrible visión de lo que se ha convertido su encanto y su belleza desaparecen y acaba muriendo en la locura que le provoca verse a sí mismo.
Es curiosa la analogía que podemos hacer de esta novela, escrita por Óscar Wilde, y el comportamiento que tenemos las personas cuando queremos conocer a esa persona especial que puede ser importante en nuestras vidas. Entonces realizamos un "retrato" de nosotros mismos que contiene nuestros defectos y lo enterramos en lo más profundo de nosotros con la esperanza de enamorar, encantar, caer bien o conectar con esa persona. Creemos que tenemos el "deber" de ser perfectos para esa persona y le tapamos los ojos a esa persona para que se fije solo en nuestra parte buena y no nos damos cuenta de que si esa persona va a seguir en nuestras vidas durante mucho tiempo por más que lo evitemos, nos va a conocer con nuestras virtudes y nuestros defectos, por mucho que nosotros intentemos protegerla de ellos. Y lo peor que puede pasarnos es que descubra que no nos acepta con nuestros fallos, que descubra que no nos acepta por ser como somos, humanos. Y todo el esfuerzo que invertiste en ello se diluirá tan rápido como un poco de azúcar en un vaso de leche, e inevitablemente nos hacemos esta pregunta ¿Ahora qué?
La solución es simple. No hay solución. Jamás seremos capaces de crear un retrato que contenga defectos en los que se vaya a fijar la otra persona. Lo que yo consideraría un defecto, puede ser considerado como una virtud para otros. Es por eso que lo que deberíamos hacer es destruir todos los posibles retratos que queramos esbozar. ¿Quién es todo virtud? ¿Y quién es todo defectos? Tendemos a estar equilibrados, por lo que aunque esa persona especial se dé cuenta de que tenemos defectos (todos los tenemos, el caso es que los nuestros sean perdonables), será también consciente de que ella también los tiene. Y si yo acepto sus defectos, ¿Cómo no va a aceptar ella los míos?
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